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Bandera Imperial Andresiana

domingo, 22 de enero de 2012

Un Parafrase: ¿Decadencia de Occidente.?


Un Parafrase: ¿Decadencia de Occidente.?

El título del presente escrito, siempre atrayente, siempre atingente,  debo señalar es copiado a la monumental obra de Oswald Spengler. No pensé otro título puesto que encuentro que la validez del mismo señalado en 1912[1] y que de mi parte no es sin más una paráfrasis de pensamientos propios que encuentra un grado de similitud con el mencionado título.

He ahí la base objetiva de mi discurso (o reflexión si quisiera llamársele así), ¿existe una decadencia de occidente? Si, existe, vigente desde ya casi un siglo arrastrándose lenta e inexorablemente pero a la vez mostrándose expansiva bajo los postulado del neoliberalismo. Sería injusto achacar la culpa a un solo proceso histórico, todo ser humano serio sabe que todo proceso histórico o social de ningún modo puede ser reducido netamente a una sola causalidad, en eso falló el mecanicismo newtoniano, el reduccionismo positivista, el reduccionismo marxista y también el liberal al dar explicaciones unicausales a fenómenos dentro de su contexto de existencia.

Los ismos anteriores, sobre todo el Liberalismo (Neoliberalismo en su faceta actual) junto el socialismo fueron los primeros en acentuar esta severa crisis occidental que debido a la globalización podría perfectamente llamarse mundial. Esta afirmación se basa en una exposición de lo que simplemente fueron durante el siglo estas ideologías: la reducción humana al ámbito material. Ambas concepciones profundamente materialistas generaron en la mentalidad humana un completo desapego a los factores espirituales del ser humano. Cuando me refiero a espirituales cabe dentro de ella la religión, pero no solamente ella sino toda manifestación humana de tipo cultural. En fin la completa sumisión del hombre al materialismo economicista de moros o cristianos y la división del mundo en dichas esferas de influencia terminó por materializar netamente al hombre común y corriente.

Por otro lado fruto de los totalitarismos, de las dictaduras militares latinoamericanas y otros regímenes afines, así como de movimientos culturales de dudosa calidad efectiva (pienso en el Dadaísmo por ejemplo)  el concepto de autoridad fue socavado en nombre de la libertad o la igualdad, la autoridad concepto derivado del latín autorictas y que señalaba la potestad, legitimidad y poder que efectivamente podían ejercer las autoridades romanas fue despedazado de cuajo y eliminado de nuestra terminología. La autoridad se transformaba en algo negativo, en seres que su fin último era dominar la sociedad para su beneficio personal,  inclusive el poder fue visto sólo con fines negativos; la autoridad –con sus legitimantes- y el poder pasaron a ser así tabúes que acentuados por el mayo de 1968 permearon todo aspecto social.  Los padres dejaron así de tener autoridad sobre sus hijos, los profesores sobre los estudiantes, los gobiernos, gobernantes y autoridad políticas igualmente fueron todos enjuiciados por este movimiento anti autoridad siendo todos vistos como corruptos.

Esta crisis severa es algo que hasta el día de hoy pervive, las autoridades también atacadas por este hecho, poco han hecho para corresponderse ética y moralmente con el principio de autoridad, máxime cuando ellos mismos son los que nacieron al alero de esta época anti autoridad, la idea de la virtú de Platón, Aristoteles, o de los romanos ha dado paso a la inexistencia de la virtud, que se rechaza de plano como algo del pasado. Crisis en la altura y crisis en la bajeza, autoridades sin virtud, ni pueblo con virtud: un círculo vicioso. No hay ya un Churchill, un Jorge VI, ni si quiera por maldad un Hitler o un Stalin, todos nuestros líderes actuales basan su virtuosidad en cuestiones de verdad ridículas, un Obama electo por su condición de pertenecer a la raza negra o Michelle Bachelet en Chile por ser simplemente mujer (no considero sus méritos ya que los derivo de sus propias declaraciones el año 2005 donde señala ella misma es atacada políticamente por ser mujer), son la degeneración misma del concepto de autoridad.
A la crisis de la autoridad, surge la crisis de la fe religiosa y la razón, que convivieron juntas sin grandes sobresaltos durante siglos. Las mismas iglesias han visto socavadas su autoridad por la escasa virtud de sus miembros lo que repercute clara y negativamente en el pueblo, la iglesia ha dejado así de ser un mecanismo de control activo de la población, la misma iglesia con sus postulados sociales podría haberse transformado en un ente intermedio entre los materialismos, pero la pérdida de la tradición, de la mística, de la falta de gente virtuosa que lleve a cabo dichas cuestiones la ha llevado también a una crisis.  La crisis de la autoridad  (esencialmente política) le ha seguido una crisis religiosa (espiritual) que por el momento no tiene cuando acabar.

La razón, destruida por una aparente “post modernidad”, queriendo imprimir cortes a la historia universal occidental, eso es mentira, los principios de la razón que guiaron la revolución francesa, industrial, liberal, la ilustración, el positivimos y otros tantos ismos se encuentran aún vigentes, si bien en retirada, el progreso indefinido decimonónico ha dado paso a muchas otras ideas, casi todas especies de teoría de la conspiración, las más estúpida la del fin del mundo el 2012 o la de una catástrofe ambiental inminente.
El hombre así como ha rechazado la fe religiosa por incredulidad, ha rechazado para si el beneficio de la razón. Millones de jóvenes de mi misma edad o aun menores, decepcionados de sus condiciones materiales, sin una guía de autoridad paternal o maternal, educativa, religiosa, que les pueda guiar –en crisis- se han arrojado al mundo de la droga y el alcohol ¡Ambas las negaciones más absolutas de ser humano! Vagan como idiotas en mundos oníricos, haciendo escándalo, destruyendo su propia racionalidad, destruyendo su misma humanidad, la crisis aquí es donde cala más hondo, la destrucción de la juventud que es de donde la reacción de la autorictas, la virtud, el espíritu y la razón se asoma a un precipicio a modo de suicidio colectivo. Es innegable que la drogradicción y el acoholismo hunde en sus raíces problemas sociales: el de la dicotomía igualdad/libertad, capitalismo/socialismo.

CONTINUARÁ

[1] Si bien el libro fue publicado en 1917, Spengler en el prólogo señala que el título estaba decidido desde 1912, y que los sucesos de la Gran Guerra (1914-1918)  le hicieron retrasar la publicación de su obra.

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